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Los georgianos tienen un asombroso talento para elegir lugares suntuosos donde edificar sus iglesias, y el caso de Gelati, no es una excepción. En una ladera boscosa al noreste de Kutaisi, los georgianos construyeron el hermoso complejo de monasterios de Gelati donde muchos gobernantes, incluido el gran rey del siglo XII, David "el Constructor", fueron enterrados. Los cronistas medievales describieron su academia como "una segunda Jerusalén" y una "nueva Atenas" y asi lo atestiguan los fascinantes y coloridos frescos que decoran sus paredes. Estas pinturas me dejaron atónita, al igual que los hermosos cánticos georgianos que escuché, nada más entrar por el magnifico pórtico de la iglesia, un domingo por la mañana.
Durante bastante tiempo, me dediqué a observar los sublimes frescos. Aprecié uno a uno, los siete nobles representados en la pared norte incluyendo al gran David , sosteniendo la iglesia, y a Bagrat III de Georgia, con una cruz sobre su hombro izquierdo. También me deleité viendo un mosaico de la Virgen y el Niño, con los arcángeles Miguel y Gabriel mirando hacia abajo desde el techo del ábside. Andaba entusiasmada ante tanta belleza, sin presagiar que el corazón, del miedo, casi se me iba a paralizar, justo en ese momento, en el que me percaté que abajo del gran crucifijo, situado en la nave central, habia una horrible calavera ensangrentada.
No sé porqué, me vi trasladada a San Juan de Chamula, en el estado de Chiapas, en México, a unos veinte minutos de San Cristóbal de las Casas. En la plaza del pueblo, hace ya algún tiempo, visité una peculiar iglesia donde la comunidad Tzotzil practica sus creencias religiosas, una mezcla de ritos ancestrales mayas edulcorados con ceremoniales católicos. Después de deambular por la plaza me decidí y crucé el umbral de esta diminuta iglesia, entrando en un mundo aparte. Cuando mis ojos se acostumbraron a la penumbra, pude ver como un manto de agujas de pino e hileras de velas encendidas, cubrían el suelo. A ambos lados de la pequeña nave distintos santos, adornados con espejos y cintas de colores, daban paso a la figura central del templo, San Juan Bautista, quien reinaba en medio del inexistente altar de Chamula.
Mientras yo paseaba por el templo, intentando no pisar las innumerables velas de colores, las santeras realizaban rituales para sanar dolencias físicas o espirituales, ofrendando gallinas a los santos. Algunos indios tomaron una bebida alcohólica proveniente de la fermentación del maíz, el posh y postrados en el suelo comenzaron a rezar en voz baja. En la iglesia comenzó a resonar un murmullo hipnótico, hasta que entraron en trance, meciéndose rítmicamente sobre sus rodillas, envueltos en humo de copal, arrodillados frente a las luces tintineantes de las velas y, en algunos casos, bebiendo Coca Cola, para entrelazar sus plegarias con eructos.
Salí de Gelati y decidí investigar que tipo de sincretismo religioso había en esta iglesia, pensando que igual de los indios Tzotziles habían guardado muchas creencias paganas, la iglesia ortodoxa georgiana también habría hecho lo mismo. Me sorprendí al comprobar que la calavera al pie de la cruz, esta presente en muchas pinturas de la Edad Media, Renacimiento e incluso el Barroco. El simbolismo era muy claro y simplemente se debía a una antigua tradición judeocristiana que supone que Adán, causante del pecado y de la muerte en el mundo, estaba enterrado en el monte Gólgota o monte de la Calavera. Al morir Jesús para redimir el pecado original y dar la vida eterna, la calavera ensangrentada representaría un símbolo cristiano del triunfo de la Cruz sobre el pecado y la muerte.
Es fácil ver a Maximón y calaveras paganas por todos lados pero ya lo dijo Nietzsche: El mundo real es mucho más pequeño que el mundo de la imaginación.