Radiografía de un Viaje en el Tiempo.

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Música: Loreena Mckinnet - Marco Polo

Recorrimos los apenas escasos diez kilometros que separan, la ciudad natal de Stalin, Gori de Uplistsikhe disfrutando de unas fantásticas vistas a lo largo del valle por donde discurre el río Mtkvari. Nada presagiaba lo que nos íbamos a encontrar. De repente el paisaje cambió bruscamente, el margen izquierdo del río se volvió rocoso y ante nosotros apareció "La fortaleza del Señor" , una de las ciudades más antiguas de todo el Cáucaso.

En tiempos remotos, Uplistsikhe, la asombrosa y una vez enorme ciudad excavada en la roca, fue uno de los principales centros políticos y religiosos de la Iberia precristiana, con templos dedicados principalmente a la diosa del sol. Cuando los árabes ocuparon Tbilisi esta ciudad se convirtió en el refugio de los reyes cristianos y en un importante centro comercial, ya que se encontraba situada en la ruta que seguían las caravanas que iban desde Asia hasta Europa. Su importancia disminuyó después de que el Rey David el Constructor reconquistó Tbilisi y sus días de gloria acabaron cuando fue irrevocablemente destruida y devastada por las huestes mongolas.

Entramos a esta mítica ciudad por su antigua vía de acceso principal, tal como lo hicieron los antiguos viajeros con sus caravanas de camellos, desencadenando nuestra imaginación que voló a tiempos pretéritos envolviéndonos en una mezcla de desconcierto y excitación. Continuamos por un camino ganado a la roca que nos llevó hacia la izquierda. Varios pasos metálicos nos condujeron a través de lo que era la puerta principal, flanqueada por una torre defensiva y unas imponentes murallas.

Después de cruzar el umbral de la puerta, la antigua calle desapareció dando paso a impresionantes grupos de cuevas a ambos lados y justo enfrente encontramos una cueva, con unas vistas espléndidas sobre el imponente valle, y con un arco tallado en la roca apuntado sobre él. La impresionante cueva es conocida como el Teatro, un templo pagano donde nadie recuerda lo que se celebraba en él, pero que a pesar de los años, todavía impone por su belleza. En la zona superior, cerca de la cima de la colina, nos encontramos con una basílica, constituida por tres iglesias, construida tardíamente sobre lo que probablemente fue el templo pagano más importante de todo el complejo.

Lo que visitamos fue Shida Qalaqi o la ciudad interior. Si bien su actual dimensión es menos de la mitad del total original, ya que muchas partes de las zonas menos resistentes fueron completamente destruidas por un terremoto, pudimos presentir al caminar por las calles y cuevas de Uplistsikhe lo que una vez esta fortaleza llegó a ser, suscitándonos, desde el principio una extraña y dulce sensación de retroceso en el tiempo que hacia que casi pudiesemos oir, tocar o sentir a viejos mercaderes cargados de especias lejanas, principes blandiendo banderas o temidos tambores de guerra mongoles.

Sin muchas ganas de marcharnos de aquel lugar, a pesar del fuerte viento, y después de visitar la farmacia, la biblioteca y todos los enigmáticos templos tallados en la roca, nos introdujimos por el fascinante largo y angosto túnel que descendiendo más de 40 metros conecta la ciudad con el río Mtkvari, en una ruta de escape de emergencia que también se usaba para abastecer de agua a la ciudad.

Nos alejamos de la ciudad con las luces del crepúsculo tiñendo de rojo las vecinas montañas rocosas, desde el retrovisor vimos la mitad de lo que fue una enorme ciudad que, a duras penas, lucha por revivir y salir de ese injusto olvido. La otra mitad yace enterrada entre los escombros de lo que un día fue una ciudad que dominó, que fue dominada y que, sin quizá merecerlo, la tierra castigó abriendo sus fauces y tragándose buena parte de su pasado.

A nosotros nos ha conquistado.

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