Ya casi no me acuerdo, la primera vez que contemplé la posibilidad de vivir en Georgia, un país, que no sabia muy bien donde ubicar, sabía que estaba en el Cáucaso, cerca de Rusia y que Leonor, una amiga de Bruselas, estando de vacaciones fue "invitada" a abandonar, urgentemente, el país, tras el conflicto ruso.
Desde el mes de febrero, he leído blogs, he visto documentales y me he empapado con una Georgia, que sé, que no tendrá, nada que ver, con la verdadera, con la que me voy a encontrar. Como siempre, antes de viajar a un país nuevo, me he aprendido el mapa de memoria, sé que Batumi queda al oeste, Borjomi al sur y que la región de Kakheti, es una de las cunas del vino.
Voy memorizando todo sin planes fijos, sin ninguna intención de llegar, inmediatamente, pero con ansias de ver, como serán las fotos que haré, y lo que contaré, que si te descuidas, no se parecerá en nada, ni a lo que pensé que era, ni a lo que vi o lo que viví.
De Georgia dicen, que es uno de los países más antiguos y más bonitos de la tierra, gracias a sus montañas, a sus verdes valles salpicados con torres defensivas, a antiguas iglesias, a ciudades escavadas en la roca y a espectaculares viñedos. Georgia afirma ser el lugar, donde Jason fue con los argonautas a buscar el vellocino de oro y también que este es un lugar, donde los huéspedes son considerados una bendición y la hospitalidad una norma.
La memoria es muy caprichosa, es como un camarero, en un restaurante, en un país extraño, tú pides, pero él te trae lo que al cocinero le da le gana, y encima, si estas en la India sabes que pica, por mucho que hayas suplicado lo contrario, así que supongo, que es justo por esto, por lo que me he decidido a escribir este blog, un poco para mí, para que estas letras me bajen de las nubes, y me pongan en mi sitio, leyendo el post tal como lo sentí aquel día, escuchando esa canción. Se me ha ocurrido, que a modo de regla nemotécnica, voy a poner al principio del post la canción, que ese día me inspiro, para que de cierta forma me reintroduzca en aquel día, en el que puse orden en mi cabeza intentando escribir esto.
Viajar, dormir y enamorarse tienen bastantes cosas en común, las tres cosas te cambian de estado, te llevan desde derroteros donde todo es familiar, hasta otros desconocidos, donde cada vuelta de tuerca te sumerge, cada vez más, en el caos que conlleva el adentrarse en territorios prohibidos. Hoy bajo las mantas, intentando conciliar el sueño, que cada vez tengo más perturbado gracias a la cercanía de la partida, desde tres prismas diferentes, me encuentro llegando a lugares, donde no siempre comprendo, pero que anhelo. Ya solo me falta una semana. Georgia y mi aventura en el Cáucaso me espera, agazapada, dispuesta a asaltarme y yo me rindo ligera de equipaje y un poquito inquieta.
Que Dios reparta suerte.